
Anoche tuvimos el placer y la suerte de actuar en un teatro casi lleno de seguidores de la danza, bastante agradecidos por cierto. Tan sólo unas cuantas butacas quedaron libres seguramente porque sus posibles ocupantes decidieron cambiarla por la de casa para y por el fútbol o simplemente por unas cañas con su Tapa.
Cerca de cuatrocientas personas se adentraron en la atmósfera de unos guepardos a ratos invidentes ante la espesa e inusual niebla de una sabana oscura la cual se fue despejando poco a poco.
Gracias otra vez al equipo técnico, esta vez del Teatro Alhambra, por su predisposición y buen rollo en todo momento.
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